Gilmer Mesa, primera novela, filósofo; Orlando Echeverry, segunda novela, filósofo; Pilar Quintana y Antonio García, seleccionados por el Hay Festival 2007 entre los 39 escritores menores de 39 años más destacados de Latinoamérica y, Roberto Burgos Cantor, veterano cartagenero, con seis libros de cuentos y cinco novelas a su haber; son los finalistas del Premio Nacional de Novela Mincultura 2018 que se dará a conocer este 26 de Julio.
De acuerdo con el comunicado de prensa de Mincultura, dos vallecaucanos, dos cartageneros y un paisa integran el grupo de los cinco finalistas del Premio Nacional de Novela que otorga el Ministerio de Cultura, con el fin de reconocer la excelencia en la producción literaria del país y que se ha consolidado como la distinción más importante de Colombia para obras publicadas.
El jurado, integrado por el escritor mexicano Álvaro Enrigue y los colombianos Luis Fayad y Liliana Ramírez, seleccionó a Pilar Quintana, con ‘La Perra’, Antonio García Ángel, con ‘Declive’, Gilmer Mesa Sepúlveda con 'La Cuadra’, a Roberto Burgos Cantor con ‘Ver lo que veo’ y a Orlando Echeverri Benedetti con ‘Criacuervo’.
Las cinco novelas fueron escogidas entre 78 propuestas, todas ellas publicadas entre el 1 de enero del 2016 y el 31 de diciembre del 2017. El ganador, quien recibirá $60 millones, se conocerá el jueves 26 de julio.
Además del Premio, el Ministerio de Cultura promociona al autor y su libro en ferias y otros escenarios nacionales e internacionales. Por su parte, la Red de Bibliotecas Públicas adquiere los ejemplares de la novela para su distribución.
Los últimos ganadores del Premio Nacional de Novela fueron los escritores Evelio Rosero con ‘La Carroza de Bolívar’ (2014) y Octavio Escobar Giraldo con 'Después y antes de Dios' (2016).
Los finalistas:
Orlando Echeverri Benedetti
Editorial: Angosta Editores
Orlando Echeverri nació en 1980, estudió Filosofía y fue redactor del diario El Universal. Ha colaborado con varios medios, entre los que se cuentan las revistas El Malpensante y Universo Centro. Vivió en el sur profundo de Tailandia, donde dictó clases de inglés y se desempeñó como fotógrafo. En 2014 obtuvo el Premio Nacional de Novela Idartes con el libro ‘Sin freno por la senda equivocada’, publicado por El Peregrino Ediciones. Criacuervo es su segunda novela.
Sobre ‘Criacuervo’
Esta es una historia sobre el desierto y sobre la intimidad con el agua, sobre los paisajes inhóspitos de la Guajira y sobre las antiguas calles de Berlín, sobre dos hombres que son hermanos y que, sin embargo, más que por la sangre, parecen unidos por la abrumadora fuerza de la derrota.
Pilar Quintana Villalobos
Editorial: Literatura Random House
Pilar Quintana ha publicado tres novelas: ‘Cosquillas en la lengua’ (Planeta, 2003), ‘Coleccionistas de polvos raros’ (Norma, 2007) y ‘Conspiración iguana’ (Norma, 2009), y la colección de cuentos ‘Caperucita se come al lobo’ (Cuneta, 2012).
En el 2018, la escritora vallecaucana ganó el Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana por la novela ‘La Perra’. En 2007 fue seleccionada por el Hay Festival entre los 39 escritores menores de 39 años más destacados de Latinoamérica. En 2010 recibió el VIII Premio de Novela La Mar de Letras por Coleccionistas de polvos raros. En 2011 participó en el International Writing Program de la Universidad de Iowa como escritora residente y en 2012 en el International Writers Workshop de la Universidad Bautista de Hong Kong como escritora visitante.
En 2013 ganó un estímulo del Fondo de Cinematografía para escritura de guion para largometraje por su proyecto ‘Lavaperros’, escrito en colaboración con Antonio García Ángel. En 2016 ganó un estímulo de la convocatoria Pasantías Nacionales del Ministerio de Cultura por su proyecto ‘La isla cuenta’. Sus cuentos han sido traducidos a varios idiomas y han aparecido en revistas y antologías de América Latina, España, Italia, Alemania, Estados Unidos y China. Dicta talleres de escritura creativa.
Sobre ‘La Perra’
Damaris, una mujer del Pacífico entrada en la madurez y con muchas decepciones a cuestas, adopta a una perra y la llama Chirli, como hubiera querido llamar a la hija que nunca tuvo. Nace, así, una relación intensa y entrañable, en la que Damaris pone todo de sí para enderezar un destino que ya creía del todo torcido.
Roberto Burgos Cantor
Editorial: Seix Barral
Nació en Cartagena de Indias en 1948, el año de la ira. Escribió cuentos en periódicos y revistas hasta 1981, fecha en que se publicó por primera vez el libro de cuentos ‘Lo Amador’, que hoy lleva cuatro ediciones. Desde entonces, en sus ficciones tienen relevancia lo experimental como renovación del relato y la persistente apropiación del lenguaje como personaje y emblema. Su visión de la naturaleza, contrastada con la desesperanza de un mundo donde los seres se enfrentan a las consolaciones de las verdades provisorias y a la radicalidad de las últimas, genera una tensión que dinamiza las narraciones. Ha publicado seis libros de cuentos: ‘Lo Amador’, ‘De gozos y desvelos’, ‘Quiero es cantar´, ‘Juego de niños’, ‘Una siempre es la misma’ y ‘El secreto de Alicia’; un libro testimonio de época, ‘Señas particulares’, y cinco novelas: ‘El patio de los vientos perdidos’, ‘El vuelo de la paloma’, ‘Pavana del ángel’, ‘La ceiba de la memoria’ -ganadora del Premio de Narrativa Casa de las Américas 2009 y finalista del Premio Rómulo Gallegos 2010- y ‘Ese silencio’.
Sobre ‘Ver lo que veo’
“Es el siglo XX y sobrevivir es la única aspiración de un barrio desplazado en la costa Caribe. Sus habitantes, visibles desde el estorbo que le generan a esta nueva sociedad, no logran pertenecer más que a sus miedos y recuerdos. Un hombre abrazado por la ruina se refugia en el azar del juego esperando que la vida le devuelva un pedacito de luz, el pasado que ya no pasa.
Lejos de los casinos y las apuestas una mujer siempre ve lo mismo: el mar y su brillo, la ciudad amurallada, el mangle, los vecinos y extranjeros; plomeros, músicos, ladrones, prostitutas, carpinteros, estilistas, púgiles. Con sus ojos nos sumerge en los secretos de la vida de este submundo de deseos inconclusos”.
Gilmer Mesa Sepúlveda
Editorial: Literatura Random House
Nació en 1978 en Medellín, donde ha vivido siempre. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, de la cual es ahora profesor. ‘La cuadra’ es su primera novela.
Sobre ‘La Cuadra’
Con una energía y un dolor latentes, como si no hubieran transcurrido veinticinco años desde la muerte de su hermano, el narrador recuerda cómo fue crecer en Aranjuez, su barrio, en la turbulenta Medellín de finales de los años ochenta. Acorralados por la pobreza, el tedio y la desesperanza, los adolescentes de la cuadra no tenían otra alternativa que la violencia: para ser alguien debían empuñar un arma, sin importarles que a la vuelta los esperara, inevitablemente, la muerte. Desoladora, emotiva, apasionante, esta novela testimonial es más que la historia de unos jóvenes; es, de algún modo, el espejo de una época y de un país”.
Antonio García Ángel
Editorial: Literatura Random House
Nació en Cali en 1972. Estudió Literatura y Comunicación en la Universidad Javeriana de Bogotá. En 2001 publicó ‘Su casa es mi casa’, su primera novela. En 2004 fue elegido para el Programa de Maestros y Discípulos de la firma relojera Rolex (The Rolex Mentor and Protégé Arts Initiative), lo cual le permitió contar durante un año con la tutoría de Mario Vargas Llosa. En 2006 publicó ‘Recursos humanos’, su segunda novela. En el marco de Bogotá, Capital Mundial del Libro, fue escogido en 2007 como uno de los treinta y nueve escritores menores de 39 años más representativos de América Latina. En 2010 publicó el libro de cuentos ‘Animales domésticos’, en 2015, el ensayo Jumma de Maqroll el Gaviero y en 2016 la novela ‘Declive’. Actualmente es editor del programa Libro al Viento.
Sobre ‘Declive’
Jorge despierta para ir a trabajar y se da cuenta de que sus pies han crecido. Se pone los zapatos con dificultad y antes de subirse al bus pierde uno de ellos y tiene que ir medio descalzo al call-center en el que trabaja. A este inconveniente mínimo se sumarán otros semejantes, incrementando así la sensación de desasosiego y empujando a Jorge al anunciado declive.
Fotos: Penguin Random House Grupo Editorial, Ricardo Pinzón Hidalgo, Greg Bal, Jennifer Cochrane, Archivos Mincultura. Fuente: Ministerio de Cultura, Bogotá Colombia 2018

Frivolidad y horror se entrecruzan en esta novela de Laura Restrepo como dos caras de una misma moneda. El quinteto Tutti Frutti: “nuestra hermandad”; los niños antisépticos, el estrato seis bogotano; una metáfora de la clase dominante colombiana “embalada” en un acto de aberrante degradación que hiere e insurrecciona a la “chusma nueve-abrileña” que los empuja a su autodestrucción.
Comencé a leer "los divinos" y me sentí en cine, como si estuviera viendo una saga del grupo de “drugos“, gozones, nihilistas, trasgresores y pervertidos que comandaba Alex (Macdowell), el más sexy y depravado de los protagonistas de la "Naranja mecánica". Confieso que no he leído la novela, es una lástima. Una “Naranja mecánica” a la colombiana. En ninguno de los dos casos escapa su psicótico protagonista al castigo, aunque el castigo se quede a medio camino porque el sistema está podrido.
Un aletear lejano me recuerda la rumba caleña de los setenta, donde una vibrante generación se autodestruye entre la rumba, la droga, la depravación y la violencia en las páginas de "Qué viva la música" o una generación menos vibrante pero más politizada que se pierde como en los “Años de fuga” en París de P. Apuleyo o, en “Sin Remedio” de A. Caballero en la Bogotá del siglo pasado.
Una generación que se va por el sifón de la bañera al estilo Hitchcock en Psicosis, donde el asesino que interpreta Perkins, existió: su nombre real era Ed Gein y hacia cinturones y muebles con la carne de las mujeres que asesinaba en Londres, historia que el escritor inglés, Robert Bloch relató en su novela Psycho y el “maestro del suspense” llevó al cine en los sesenta. Y no es una alegoría al estilo del Perfume de Suskind.
Lo interesante es que Laura Restrepo quiere indagar por las “razones” que llevan a un “niño bien” a Muñeco, Dolly-Boy, Mi-lindo, Kent, Chucky; el niño mimado de mami, a semejante pandemónium, a tan atroz crimen. Cómo la indefección reta, provoca al monstruo que vive dentro del prepotente. Cómo en el conflictivo e invisible umbral donde se encuentran ricos y pobres, el ominoso poderoso deja su impronta maléfica en “una noche de copas” y entonces la solidaridad de cuerpo (un pacto otrora de niños) se impone para tratar de ocultar la “inocente chanza”. Solidaridad de clase que lleva al Duque, Dux, Kilbeggan, Nobleza, el inmaculado, el perfeccionista; a prestar su finca para desaparecer a la niña inmolada. Tarabeo, Taraz, Dino-rex, Taras Bulba, Rexona, mandíbula de pitbull, el adonis, el del perfil apolíneo presta su furtivo apartamento, “la polverita” donde lleva a sus amantes, para esconder a su amigo descocado y homicida. El Píldora, Pildo, Piluli, o Dora, el osito de peluche, el gordo, el amable, el mandadero, la vecina pobre, el rey del estalle; el chofer que conduce el escalofriante maletín con la niña asesinada y el narrador, el Hobbit, Hobbo, Job, el etéreo, el inconsistente, el cusumbosolo que debe limpiar el computador con los rastros que incriminan. Este es “El quinteto Tutti Frutti: nuestra hermandad”; los niños antisépticos, el estrato seis bogotano; la metáfora de la clase dominante colombiana “embalada” en un acto de aberrante degradación que hiere e insurrecciona a la “chusma nueve-abrileña” y los empuja a su autodestrucción: el propiciador, Chucky por condena perpetua; Nobleza por evasión, por “escurrir el bulto”; Piluli que no aguanta el voltaje y se suicida; Hobbit que se encierra en su castrante culpa y Tarabeo, manos lavadas, Poncio Pilatos, el cínico, el maniobrero; es quizá lo único que queda.
Narrada como un boceto de guion cinematográfico donde sus personajes son primero arquetipos, de ahí sus múltiples nombres y a medida que se avanza hacia el punto de quiebre de la historia se van desplegando sus perfiles cargados de frivolidad. La lenta pero eficaz dosis de “suspense” nos atrapa hasta hacernos partícipes de una perversidad inusitada que se incuba lentamente hasta sumergirnos en este viaje de depravación, “grotescamente realista o demasiado irreal” en la que se desploman los Tutti Frutti, jalonados por el más desasosegado de sus integrantes: el Muñeco, “un tipo difícil pero predecible”, uno de los “Divinos”, artífice de un horrendo caso de violación y asesinato infantil.
No olvidar que estos casos atroces se repiten con pasmosa regularidad: el oficial del ejército que en plena labor “antiguerrillera” violó y asesinó a los hermanitos del Caquetá. Los atentados con ácido a las jóvenes. Tampoco la descomposición social de la clase adinerada colombiana que vive sin un norte embutida en una burbuja de irrealidad. Casos como el de los universitarios que en medio de la rumba le dieron una tunda a un compañero y luego lo empujaron por el hueco del ascensor dejándolo muerto en vida. El caso Colmenares donde en los estrados judiciales prima el que pueda pagar el mejor bufete de abogados.
Laura Restrepo nos sumerge con su demoledora narrativa en la exploración de las posibles motivaciones que conducen a que un psicópata en potencia se desprenda del cordón umbilical social y trasgreda la vida y la humanidad con tan demencial acción. Suma esta novela a la película de Víctor Gaviria en “La mujer del animal” y quizás algo a Mario Mendoza cuando explora la relación ambigua que tenía Campo Elías Delgado, el asesino del Pozzeto con su propia madre.
En esta novela “Los divinos”, Laura Restrepo nos invita a indagar los posibles resortes que impulsan estas conductas patológicas, donde “frivolidad y horror van de la mano” y son cada vez más frecuentes en la cotidianidad del país y del mundo.
Por: Carlos Sebastián Jiménez www.portalchia.wix.com/prensa
